La tuberculosis, una enfermedad tan antigua como la humanidad, sigue siendo un reto significativo para los sistemas de salud pública a nivel mundial. Aunque es posible prevenirla y curarla, su persistencia como una de las principales causas de muerte, especialmente en sectores marginados, demuestra que aún quedan grandes desafíos en su erradicación. A pesar de los avances en el diagnóstico y tratamiento, la enfermedad sigue afectando a millones de personas en todo el mundo.
Un enemigo ancestral
La tuberculosis es causada por una bacteria conocida como Mycobacterium tuberculosis
, un patógeno presente en la vida humana desde hace más de 150 millones de años. Las primeras pruebas de su presencia se hallan en restos arqueológicos de civilizaciones antiguas, como momias egipcias y restos humanos en Nazca, Perú, que presentan indicios de lesiones vertebrales causadas por la tuberculosis. Asimismo, en Turquía se han descubierto evidencias de esta enfermedad que se remontan a al menos 500,000 años atrás.
Actualmente, la tuberculosis continúa siendo una de las principales causas de mortalidad en todo el mundo, únicamente superada por el VIH/SIDA. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que esta enfermedad sigue siendo una amenaza significativa para la salud pública a nivel global, especialmente en naciones con elevados índices de pobreza y desigualdad social. India, China, Indonesia, Pakistán y Sudáfrica son algunos de los países con mayor incidencia de tuberculosis, principalmente debido a factores como la sobrepoblación, la pobreza y la falta de acceso a servicios de salud de calidad.
Tipos y factores de riesgo
La tuberculosis se divide principalmente en dos categorías: pulmonar y extrapulmonar. La variante pulmonar, como su nombre lo indica, afecta los pulmones, mientras que la extrapulmonar puede dañar otros órganos, como los ganglios linfáticos, huesos, piel, riñones y, en algunos casos, las meninges. Esta enfermedad es especialmente peligrosa para personas con sistemas inmunológicos debilitados, como aquellas que viven con VIH, han sido sometidas a quimioterapia o tienen diabetes, entre otras afecciones. Los grupos más vulnerables también abarcan a los niños pequeños y los ancianos.
En términos de geografía, los estados mexicanos con mayor incidencia de tuberculosis son Baja California, Chiapas, Sonora, Sinaloa y la Ciudad de México. Estos lugares presentan características que favorecen la propagación de la enfermedad, como el hacinamiento, la pobreza y la falta de infraestructura de salud adecuada. Las condiciones de vida insalubres son un factor de riesgo crítico, ya que la tuberculosis se transmite principalmente a través del aire cuando una persona infectada tose o estornuda.
Un desafío persistente
A pesar de los esfuerzos realizados por gobiernos y organizaciones internacionales para controlar la tuberculosis, esta enfermedad sigue siendo una de las más costosas en términos de tratamiento. El costo económico asociado con la atención de un paciente con tuberculosis puede representar más del 20% de los ingresos de un hogar promedio, lo que coloca una carga significativa sobre las familias afectadas.
En México, aunque se han aplicado medidas gubernamentales para enfrentar la tuberculosis, como mejorar el sistema de salud e incentivar estilos de vida sanos, la enfermedad sigue siendo un reto, sobre todo en áreas desfavorecidas. La crisis del COVID-19 también ha afectado la lucha contra la tuberculosis, ya que ha redirigido recursos y atención a la gestión de la emergencia sanitaria global, lo que ha generado demoras en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades no vinculadas al coronavirus.
Prevención y tratamiento
Afortunadamente, la tuberculosis es una enfermedad prevenible y curable. El tratamiento temprano y adecuado con antibióticos es esencial para evitar complicaciones graves y la propagación de la enfermedad. Sin embargo, el tratamiento completo puede durar varios meses y requiere un seguimiento estricto para evitar la resistencia a los medicamentos, un problema creciente a nivel mundial.
La detección temprana es clave para reducir la incidencia de tuberculosis. Exámenes como la prueba de esputo y las radiografías de tórax son herramientas eficaces para identificar a los pacientes en las primeras etapas de la enfermedad. Además, la adopción de medidas de prevención como la ventilación adecuada en espacios cerrados, el uso de mascarillas por parte de personas infectadas y la educación sobre los riesgos y síntomas de la tuberculosis son esenciales para reducir su propagación.
La batalla sigue
El desafío de erradicar la tuberculosis no solo es un problema médico, sino también social y económico. Es fundamental seguir fortaleciendo las políticas públicas en salud, mejorar el acceso a servicios médicos y garantizar que las comunidades más vulnerables tengan acceso a la atención necesaria. La lucha contra esta enfermedad debe ser colectiva, con el esfuerzo de gobiernos, profesionales de la salud y la sociedad en su conjunto.